Lotería natural

28 de mayo de 2023

Lo primero que nos encontramos cuando nacemos son las consecuencias de la lotería natural, no lo digo yo, este término fue acuñado por el filósofo John Rawls en 1921.

Antes de venir al mundo nadie tiene la opción de elegir sus cualidades físicas, sus capacidades mentales, los recursos económicos de su familia, su ciudad o el año en el que nace.

Hace un mes adopté a una perrita que nació con una deformidad en su patita trasera izquierda y su dueño o dueña -las personas responsables- decidieron abandonarla en un contenedor de basura en Alberic. La policía local fue quién la encontró y llamó a la protectora de animales. No sabemos el tiempo que llevaría sin comer, beber, asustada, llorando y pasando frío. Ni siquiera la fecha exacta de su nacimiento.

Atenea -así la he llamado- se encontró con esa suerte al nacer: tres patitas funcionales y unos humanos que se deshicieron de ella cuando tenía pocos días de vida como si se tratase de una porquería y por el hecho de no nacer con una patita bien, no tuviese derecho a vivir.   

Atenea es una perrita muy bonica: juguetona, agradecida, buena, enérgica y dulce.

La deficiencia real es la del ser humano por castigar o recompensar a los animales por haber nacido de una raza, mestizos o con alguna deformidad. Ningún ser vivo debería ser abandonado, desatendido, ni andar desamparado porque ello conlleva a que puedan morir atropellados, deshidratados, desnutridos y además la angustia que sufren por no tener hogar ni cariño.

La falta de conciencia, responsabilidad y la crueldad dan lugar a que las protectoras estén desbordadas. Cuando fui a recoger a Atenea lo viví en primera persona, sentí una tristeza e impotencia enorme, además de unas ganas increíbles de involucrarme como voluntaria.

Adoptar es salvar al animal otorgándole una segunda oportunidad para que sea feliz con su propia cama, juguetes y su nueva familia.

Las protectoras y refugios hacen una labor muy importante y necesaria, pero no son hoteles de mascotas. Allí los animales pasan frío en invierno y calor en verano, escuchando ladridos a cualquier hora y sin tener el calor de un hogar. Se llaman animales de compañía porque deben convivir con personas.

Adopté a la pequeña Atenea para cuidarla lo mejor que pueda y mostrarse que no todos los humanos somos como los primeros que conoció. La he llevado a varios veterinarios y el diagnóstico final es que nació con una luxación de rótula de grado 4. La intervención debe ser pronto y no al final del crecimiento por el riesgo que conlleva. Cuanto más tiempo esté la rótula y la musculatura fuera del sitio será peor porque podrá dar lugar a que el cuádriceps pierda sus características de tejido muscular y se contracture. Si se fibrosa ya no podrán hacer nada para salvarle la patita y tendrán que amputar.

La cirugía debe ser en breves. El coste de la operación y la rehabilitación es muy alto, por lo que he iniciado una campaña de recaudación para que las personas más solidarias puedan contribuir, además del bizum al teléfono de mi negocio, The Tomahawk, 611625774. 

¡GRACIAS!  

 

                                                                   (Hace años escribí otro texto titulado igual)

 22 de octubre de 2015

Hace unos días abandoné mi piel para conocer e involucrarme con la de unos adolescentes muy especiales: autistas, con síndrome de Down, Asperger, la enfermedad de Alexander, etc. Algunos de los elegidos a cara o cruz en la designación que impone la vida cuando naces. En algunos casos el desafortunado encuentro entre dos cromosomas incompatibles.

¿Por qué ellos y yo no? Me preguntaba

Cuando me vieron estaban muy ilusionados y emocionados porque alguien nuevo iba a jugar con ellos. Me produjeron ternura, curiosidad, bondad, una transparencia increíbles y sobre todo, admiración.

Para saludarme y poder comunicarse conmigo intentaron por todos los medios componer una frase con sentido, los que no podían articular palabras utilizaban todas sus herramientas gestuales, miradas y sonidos, el lenguaje de su mundo. Y sí, nos entendimos. 

Recitaba el poeta Miguel Hernández: 

Como el toro he nacido para el luto y el dolor, como el toro estoy marcado por un hierro infernal en el costado y por varón en la ingle con un fruto.

Estos pequeños de 14 años también están marcados por un hierro, el mismo que el destino, la lotería natural les estampó, así sin anestesia, ni para ellos, ni para sus familiares.

Con un ritmo más reducido consiguieron seguir un dictado, montar un puzzle, jugar a la oca, comer solos y recoger toda la basura del recreo. Superación constante y diaria.

Las profesoras me revelaron que la mayoría de ellos habían visto de cerca la muerte, pero le dieron un codazo y ganaron una batalla heroica que nada tiene que ver con la que se disputó en las Termópilas de la Antigua Grecia.

Sin embargo, nosotros, los que nacimos bien, nos atormentamos con preguntas banales y lamentos cada vez que algo no sucede exactamente como esperábamos y emulamos una tragedia de la categoría de Edipo Rey -quién desconociendo a sus progenitores mató a su padre, se casó con su madre, llevó la peste a su reino y cuando le explicaron lo que estaba sucediendo decidió sacarse los ojos y pidió ser desterrado.-

Algo típico en los no especiales, los ordinarios, arrogantes de un yo y mis problemas, en muchas ocasiones, insoportables.

Tenemos mucho que aprender de estos muchachos, protagonistas de un baile que no han elegido, pero que siguen y defienden con el mejor de los ritmos.

 

En el Centro de educación especial Patronato Intermunicipal de Paterna, Valencia.

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