¿Lo correcto o lo legal?

19 de mayo de 2023

En 2017 cuando pensé  viajar a Estados Unidos con la finalidad de mejorar mi nivel de inglés, conocer el país y en definitiva, vivir. La única razón que me detenía era el estado de salud de mi abuela Fina, le habían detectado cáncer en el hígado con probabilidad de metástasis. Una posibilidad era que falleciese mientras yo desarrollaba mi aventura americana y otra, que cuando volviese a España estuviese viva.

Me fui con un programa de Au Pair, niñera, el visado que concedía la embajada ante estos proyectos era del tipo J-1, el cual tenía muchas condiciones, una de ellas era la obligación de permanecer en el país la duración del permiso, es decir, si decidiese salir antes de país- del periodo aprobado- tres años, el visado perdería totalmente su validez en el momento que pasase por las aduanas. -Está diseñado para que el dinero que generas lo gastes en el país, no fuera de él-

Por desgracia, el 4 de agosto de 2018, a mis 16:30h (22:30h en España) cuando llevaba poco más de un año, la temida llamada llegó. Mi madre me comentó que probablemente le quedaran horas de vida a mi abuela porque estaba sedada, -yo la videollamé unos ocho días antes y estaba bien- me animó a que la mañana siguiente llamase por teléfono para despedirme, mi madre pondría el altavoz. Mi abuela ya no hablaba, pero el corazón le latía, probablemente escucharía mi adiós. Colgué y mi vida se derrumbó: Estaba trabajando con una familia americana, el cuidado y atención de los niños dependía de mí cuando los padres trabajaban, entrenaba en el Club y el Mundial de lanzamiento de hachas en Chicago era la próxima semana, estudiaba en la universidad, pero afortunadamente no habían clases. Tenía responsabilidades  y contrato con el programa de Au Pair y el club de lanzamiento de hachas. Legalmente, no podía salir y entrar al país con el mismo visado.

Me enfrenté a una de las preguntas más difíciles que he tenido que responder con muy poco tiempo de maniobra: ¿Qué es más importante, lo legal o lo correcto?

La ley no siempre contempla el amor, ni de la pérdida, no mide lo humano. No entiende de personas que se van a morir mientras sus familiares están al otro lado del mundo.  Estaba claro, miraría un vuelo y volvería a España unos días.

La ciudad en la que vivía en ese momento Atlanta en el estado de Georgia, no tenía disponibilidad de vuelos para ese mismo día o el siguiente, era agosto y ni siquiera había conexiones tipo Atlanta – Nueva York – Madrid o Atlanta -Miami – Madrid. No renuncié a la idea que tenía en mente, miré un Nueva York – Madrid que salía en 18 horas, a las 10h, la única forma de llegar a Nueva York era en coche. Ahí empezó una de las aventuras más épicas e importantes de mi vida, que siempre narro con mucho orgullo:

Hice una mochila, llamé por teléfono a la madre de los niños que cuidaba -porque en ese momento ella no estaba en casa-, mandé un email al entrenador del Club de lanzamiento de hachas, llamé a un uber para que me llevase al aeropuerto, allí alquilé un coche y conduje 14 horas hasta Nueva York. Únicamente paré dos veces a repostar porque debía entregar el coche en el aeropuerto con el deposito lleno. No facturé, solo compré dos trozos de pizza, pasé el control de pasaportes y subí al avión, solo sabía mi padre del periplo y porque 11 horas después debía recogerme de la estación de tren de Joaquín Sorolla en Valencia.

El vuelo hasta Madrid duró casi 8 horas, tomé un taxi para la estación de tren y 2 horas después llegué a Valencia. 

El 5 de agosto, pasadas las 22h, casi 24 horas después de hablar con mi madre entré por la puerta de casa de mi abuela nadie me esperaba, aquello fue un momento increíble y emocionante, e inolvidable. Gracias  Dios mi abuela respiraba y pude despedirme de ella como merecía, en persona.

Esa madrugada falleció y ya os podéis imaginar, el protocolo: tanatorio, cementerio e iglesia. Fue muy triste y duro, pero me alegré de haber estado presente. 

Me quedé dos días más en España, rellené el ESTA, 24 horas después me llegó aprobado y saqué el vuelo de vuelta.

ESTA es la autorización que debemos rellenar los ciudadanos europeos para poder entrar a Estados Unidos como turista.  Si te lo aprueban puedes permanecer en el país 90 días.

En 2013 trabajé como corresponsal en Miami y aprendí a rellenar este documento que perfectamente podía haberme llegado denegado y haber perdido mi trabajo y una denuncia por no cumplir con mi contrato con el Club como deportista.

 

Gracias a Dios eso no pasó, pude llegar al Torneo y participar, de hecho me vino perfecto como coartada. Cuando llegué a aduanas el CBP Officer – Customs and Border Protection- el agente, me preguntó por mi viaje al país y le mostré mi inscripción al US Open Tournament. Se lo creyó y cuño mi pasaporte con fecha de salida en 90 días.

Podía permanecer en el país hasta el 7 de noviembre de 2018, pero según el J1 qué ya no tenía vigencia, mis tres años finalizaban el 27 de diciembre de 2019.

Por lo que desde agosto de 2018 hasta diciembre de 2019, durante 16 meses estuve en una situación migratoria irregular, no me repercutió en el trabajo como Au Pair, en el Club, ni en la Universidad.

Pensé en los inmigrantes que pierden familiares en otros países, mientras intentan construir un presente y futuro sin posibilidad de despedida física y me pareció muy duro. 

Regresé a España en diciembre de 2019, terminando así mi aventura de tres años, tal y como estaba estipulado en mi visado J-1

En febrero de 2021 mi Club me invitó a participar en el Torneo Signarama World Axe Throwing Championships  que se celebraría en diciembre de 2021 en Fort Worth, Texas. ¡Me pareció una idea maravillosa! El problema surgió cuando intenté rellenar el ESTA, introduje todos mis datos y ni siquiera me dejó guardarlos la página web, no podía continuar.

Llamé por teléfono a la embajada y cuando finalmente me atendieron me confirmaron que tenía PROHIBIDA LA ENTRADA A ESTADOS UNIDOS. Alegué la situación, qué fue por una causa urgente y me dieron cita para abril de 2023, más de un dos después. Así que obviamente no pude ir a Texas.

El 21 de abril de 2023 presenté en la embajada de Estados Unidos -ubicada en Madrid- el certificado de defunción de mi abuela, mi visado anterior, el ESTA, todos los documentos para que me perdonasen y dieran una segunda oportunidad.

Era totalmente consciente que había una gran probabilidad de no convencer al Oficial Consular y denegarme la entrada al país de por vida. Lo hubiese aceptado porque cuando cometí la ilegalidad supe perfectamente a las consecuencias que me exponía y tome la decisión consciente de no respetar las condiciones del J-1 y preferí lo correcto a lo legal.

El Oficial se quedó mi pasaporte y me dijo que estudiarían el caso. Me mandarían un email con la resolución.

¡La semana siguiente me llegó un email adjuntando la cita para recoger mi pasaporte!

Fui ayer y me han hecho un nuevo permiso condicionado (como si tuviese la condicional) implica controles más estrictos y la obligación de justificar con detalle el motivo de cada viaje. ¡Puedo entrar al país que es lo verdaderamente importante!

Sabía que había cruzado una línea roja, pero en el fondo de mi corazón sé que hice lo correcto.

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