¡He donado 28cm de mi cabello!

14 de noviembre de 2019

Con frecuencia le pedimos a Dios, al destino o a la suerte que las cosas nos vayan bien.

Brindamos pronunciando un deseo: disfrutar de buena salud, un buen trabajo, un novio maravilloso, un cuerpo definido sin dietas estrictas, aprobar exámenes decisivos y una lista interminable de peticiones. Pero…

¿Qué le ofrecemos a la vida?

Considero que no se puede exigir sin ofrecer nada a cambio. No es justo pedir y no dar, consejo válido para cualquier circunstancia en la vida.

Uno de los atributos personales que más adoro y adoraba es el cabello largo. Por eso decidí aportarle a la vida uno de mis bienes más preciados. Me cortaron una trenza de 28 centímetros, la guardé en una bolsa de plástico hermética y la envié a la fundación Chai Lifeline, una organización que trabaja con niños, niñas y adultos que luchan contra el cáncer. Convierten los mechones de pelo que reciben en pelucas gratuitas.

 

 

El cabello es muy especial para el ser humano, tanto para el hombre, como para la mujer. Nos caracteriza, distingue y otorga personalidad. Su caída por enfermedad ocasiona desnudez interior acompañada de dolor e impotencia. Por ello, una peluca puede dar más fuerza en la lucha con los nuevos desafíos que supone esta situación, a la vez que mejora la seguridad con una misma.

Mi trenza fue dirigida a aquellas personas que han perdido su cabello a causa de los efectos secundarios de la quimioterapia o la radioterapia. Este acto no me entristeció, lo que sí me resula triste es que las enfermedades que llegan sin merecerlo causen la muerte a personas de cualquier edad que todavía les quedaba mucha vida por delante.

En cada familia existe algún miembro o alguien cercano que lamentablemente ha hablado con la muerte. Como si se tratase de un juego de cara o cruz: tú sí, tú no. Aportándonos nuevas cifrase de enfermos y muertos cada año.

Recuerdo que cuando era pequeña tenía miedo a unas cabezas con pelucas que había en la habitación de mi abuela. Me quedaba quieta en la puerta mirándolas. Los días que me despertaba un poco más valiente me acercaba a acariciarles el pelo, pero siempre salía corriendo temiendo que hablasen o se moviesen.

Mi abuela sobrevivió a un cáncer de mama en el año 1995 y utilizó pelucas durante un tiempo, yo la veía muy contenta cuando se miraba al espejo y se la recolocaba

 

En el año 2016 le localizaron un tumor en el hígado, este nuevo cáncer era metastásico, por lo que se le fue extendiendo poco a poco hasta agosto de 2018 cuando finalmente descanso en paz.

Sonamos muy ridículos cuando hacemos una tragedia de cualquier problema diminuto. Debería darnos vergüenza enfadarnos por tonterías, cuando hay buenas personas, bonitas, que no han hecho nada malo, sino todo lo contrario y están muriendo por enfermedades que les han llegado sin buscarlas. Cualquiera puede ir al médico a una revisión normal y que le comuniquen que tiene un tumor. Una noticia que deja una huella profunda y una reflexión sobre la importancia que tiene la vida. El privilegio que tenemos de estar sanos disfrutando de todos los momentos. Por ello, a quienes sobreviven y vencen estas enfermedades estaría bien regalarles un trocito de nosotros. 

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