El martes o miércoles de la semana pasada durante el almuerzo en la oficina, comentaron los compañeros y las compañeras de organizar una quedada el siguiente domingo por la mañana, team building, le llaman. Algunos, como yo, preferíamos quedar el sábado por la mañana.
Uno de ellos bastante insistente me dijo: ¿Pero Carolina qué tienes que hacer tan importante el domingo por la mañana? y le respondí la verdad, ir a misa.
Él y otra compañera -que no mencionaré aquí sus nombres- se rieron a carcajadas y empezaron con los comentarios absurdos y típicos de estas conversaciones: uy la monja, ¿tú crees en Dios en serio?, tenemos aquí a una beata, pues no pareces tú muy de misa.
Lo triste es que yo sabía que eso iba a pasar porque ya me ha sucedido en más escenarios parecidos. Se enarbola la libertad, la inclusión, la diversidad y cuando la respuesta es inusual, o no la que esperaba el emisor se cometen faltas de respeto. A mi no me hizo nada de gracia, al contrario lo consideré de muy mala educación, pero mantuve las formas y solo sonreí.
Somos asesores telefónicos de CaixaBank, nos llaman los clientes a través de la app bancaria contándonos los problemas con su código pin, sus tarjetas, transferencias, etc.
Nuestra tarea es guiarles telefónicamente para solucionar sus dificultades. Nuestros gerentes nos auditan las llamadas para comprobar que estamos dando las respuestas con el tono y el tiempo adecuado.
Ayer despidieron a los dos compañeros que se rieron de que fuese a la iglesia los domingos, lo comentaron por el grupo de WhatsApp, se despidieron.
Otra de las compañeras dejó caer por el grupo que Dios lo escucha todo. No sé si era ironía, amenaza o simplemente ganas de incordiar al grupo, pero tuvo efecto, ellos ya no se pronunciaron, solamente salieron del grupo.
Me pregunto: ¿Por qué no se respetan las creencias religiosas? ¿Se está perdiendo la fe?
Creo que muchas veces la religión se percibe como una práctica del pasado, algo rancio. Sin embargo, lo que yo siento cuando hablo con Dios o rezo es presente, refugio, tranquilidad y paz.
En la oficina, eso no cuenta porque ser moderno es ser laico, sin comprometerse con ningún Dios en concreto. Hablar de las tradicionales creencias es más extraño que contar una cita a raíz de una vulgar y ordinaria aplicación en el teléfono.
Prefieren burlarse antes que preguntarse por sus convicciones o es una forma de decir: Ojalá pudiera creer yo también.
Yo no intento convencer a nadie, ni siquiera hablo mucho de mi fe, la llevo conmigo. La fe no tiene que ver con los likes, ni los reels, es algo espiritual, no superficial. Ser religioso no quiere decir ser mejor persona, simplemente es un valor más y todos debemos respetarnos sea cual sea nuestra religión.
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